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Salud mental: ¿cómo la afectan las redes sociales?

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El crecimiento de las redes sociales ha cambiado significativamente cómo nos relacionamos, difundimos información y entendemos nuestro mundo. Redes como Facebook, Instagram, Twitter y TikTok han dejado de ser simples medios para conectar personas, convirtiéndose en espacios donde se crean identidades, se influencian opiniones y se originan tendencias a nivel mundial. No obstante, el efecto de estas redes en la salud mental es un tema cada vez más investigado y discutido, revelando una variedad de consecuencias tanto beneficiosas como perjudiciales para los usuarios.

Beneficios potenciales de las redes sociales en el bienestar psicológico

Aunque a menudo se enfatizan los riesgos asociados al uso de las redes sociales, es relevante destacar sus posibles contribuciones positivas a la salud mental. Por ejemplo, para personas que experimentan aislamiento social, estas plataformas pueden ser un puente hacia el contacto con familiares y amigos distantes, fomentando el sentido de pertenencia y apoyo emocional. Diversos estudios demuestran que comunidades virtuales, como grupos sobre ansiedad, depresión o enfermedades crónicas, constituyen espacios seguros donde los usuarios comparten experiencias, se informan y encuentran empatía sin el temor al estigma social.

Una dimensión positiva es la facilidad para obtener rápidamente materiales educativos, iniciativas de prevención y tratamientos digitales. Hay cuentas administradas por psicólogos que ofrecen consejos sobre el autocuidado, el control emocional y la atención plena, lo que ha hecho más accesible información que antes estaba limitada a contextos clínicos o académicos.

Riesgos y consecuencias negativas asociados al uso de redes sociales

Aunque hay beneficios, el uso excesivo y descuidado de las redes sociales puede provocar efectos negativos importantes para la salud mental. Uno de los aspectos más investigados es cómo se relaciona el tiempo frente a la pantalla con el aumento de síntomas de depresión y ansiedad, sobre todo en adolescentes y jóvenes adultos. Los indicadores de aceptación social, como los ‘me gusta’ y los seguidores, pueden causar una dependencia psicológica que influye en la autoestima y en la percepción propia de los usuarios.

La exposición continua a vidas que parecen perfectas lleva a comparaciones inapropiadas, generando sensaciones de insuficiencia o frustración. Los desórdenes alimenticios, por ejemplo, han mostrado un incremento en su prevalencia relacionado con la promoción persistente de determinados estándares de belleza en Instagram y TikTok. Asimismo, la cultura de la inmediatez y el consumo intensivo de información disminuye la capacidad de concentración y provoca síntomas como estrés y fatiga digital.

Ciberacoso y vulnerabilidad emocional en la era digital

El ciberacoso, también conocido como hostigamiento digital, representa una de las formas más dañinas que surgen del uso de internet. Estudios recientes señalan un alarmante incremento en incidentes de intimidación escolar que van más allá del espacio físico y se extienden en plataformas digitales, acarreando consecuencias graves como desórdenes de ansiedad social, depresión, e incluso conductas autodestructivas y suicidas. Una investigación divulgada por la Organización Mundial de la Salud indica que el 15% de los jóvenes entrevistados ha sufrido algún tipo de ciberacoso, lo que resalta la necesidad urgente de implementar acciones preventivas y disponer de sistemas de apoyo efectivos.

Información errónea, influencia social y temor a no pertenecer

La viralidad de las noticias falsas o desinformación en redes sociales añade un reto significativo a la salud mental colectiva. El acceso constante a información alarmista o poco verificada alimenta la ansiedad ciudadana, especialmente en contextos de crisis como la pandemia de COVID-19 o situaciones de conflicto político. Sumado a esto, el fenómeno conocido como FOMO (fear of missing out, o miedo a quedarse fuera) induce la necesidad constante de estar actualizados, lo que perpetúa ciclos de estrés y agotamiento emocional.

Caso práctico: juventud y salud mental digital en España

Un ejemplo ilustrativo se observa en el contexto español, donde el Instituto Nacional de Estadística reportó en 2022 que más del 90% de los adolescentes utiliza internet a diario. Según la Fundación ANAR, la cantidad de consultas relacionadas con acoso en línea y problemas de autoestima ha experimentado un crecimiento notable en los últimos años. A través de testimonios recogidos por entidades educativas, se constata que los jóvenes describen una presión constante por proyectar una imagen digital positiva, lo que les lleva a modificar comportamientos y priorizar su vida virtual frente a la real.

Tácticas para un uso positivo de las plataformas sociales

Varios expertos en psicología y bienestar digital aconsejan definir límites estrictos respecto al tiempo usado en plataformas sociales, impulsar la desconexión con intención y alentar el análisis reflexivo ante la información recibida. Instituciones educativas están incorporando talleres sobre el manejo responsable de tecnología y habilidades emocionales para reforzar la confianza y el cuidado personal en jóvenes. Asimismo, las mismas plataformas están desarrollando herramientas para reportar contenido inapropiado, restringir notificaciones y supervisar el tiempo de utilización, aunque la efectividad real de estas estrategias sigue en revisión.

El porvenir de la salud mental en tiempos digitales

El vínculo entre las redes sociales y el bienestar mental es intrincado y tiene muchas dimensiones, exigiendo un examen continuo y una perspectiva balanceada. Aunque estas herramientas facilitan la creación de lazos y el acceso a información, también pueden intensificar las fragilidades psicológicas. Alcanzar una armonía entre los beneficios y los peligros requiere la implicación activa de los usuarios, así como de las familias, las instituciones y los administradores de las propias redes. En este contexto, la educación digital, la empatía y el pensamiento crítico se destacan como habilidades esenciales para interactuar de manera saludable en el mundo digital actual.

Por Otilia Adame Luevano

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