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Ley de Agentes Extranjeros: impacto potencial en proyectos de la UES

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La Universidad de El Salvador (UES) se encuentra en proceso de evaluación ante la reciente aprobación de una normativa que podría tener repercusiones directas en el desarrollo de sus proyectos académicos, de investigación y cooperación internacional. La nueva legislación, que establece regulaciones sobre entidades consideradas como “agentes extranjeros”, ha encendido las alarmas en la comunidad universitaria debido a su posible impacto en el financiamiento y ejecución de programas respaldados por fondos provenientes del exterior.

El rectorado y distintas facultades de la institución han comenzado un análisis técnico y jurídico para determinar en qué medida las disposiciones de la ley podrían afectar el funcionamiento de convenios vigentes con organismos internacionales, universidades extranjeras y agencias de cooperación. Estos acuerdos representan una parte fundamental en la estrategia de desarrollo de la universidad, ya que permiten impulsar investigaciones, becas, intercambios académicos y proyectos de extensión comunitaria en distintas áreas del conocimiento.

Uno de los principales puntos de preocupación radica en el artículo que obliga a inscribirse en un registro oficial a toda organización que reciba financiamiento del extranjero, así como la imposición de restricciones y controles administrativos que podrían limitar el uso de esos fondos o someterlos a procesos burocráticos más rigurosos. Las autoridades universitarias temen que estas disposiciones no solo afecten la operatividad de los proyectos, sino que desincentiven futuras colaboraciones con entidades internacionales.

En los últimos años, la UES ha forjado relaciones importantes con organizaciones multilaterales, embajadas, fundaciones internacionales y universidades de diversas partes del mundo. Estas conexiones han facilitado la creación de programas destacados, como proyectos de salud en comunidades, avances en tecnología, investigaciones medioambientales y asistencia a grupos vulnerables, gracias en gran medida a la ayuda de colaboradores externos.

En declaraciones recientes, representantes de la institución académica manifestaron su compromiso con el cumplimiento de la ley, pero insistieron en la necesidad de claridad normativa y garantías para preservar la autonomía universitaria y la continuidad de los programas internacionales. Subrayaron que muchos de los fondos que recibe la universidad están orientados al fortalecimiento académico y no responden a intereses políticos ni partidarios.

Varias personas pertenecientes al entorno educativo han manifestado preocupación ante la potencialidad de que esta ley se transforme en un medio para limitar la autonomía académica y el acceso a recursos fundamentales para la capacitación de profesionales en el país. Alumnos, profesores e investigadores temen que la regulación pueda servir para supervisar o restringir las actividades llevadas a cabo con apoyo internacional, lo que, según ellos, pondría en riesgo la base del pensamiento crítico y el intercambio de información a escala global.

Varios expertos en derecho han señalado que la implementación de esta norma puede transgredir fundamentos constitucionales, tales como el acceso a la educación y la libertad de asociación, especialmente si se aplica de manera restrictiva o con sanciones hacia entidades públicas sin ánimo de lucro, las cuales cuentan en parte con el apoyo internacional para funcionar adecuadamente.

Mientras se lleva a cabo el análisis institucional, la universidad ha convocado a foros internos con la participación de especialistas en derecho, relaciones internacionales y administración pública, con el objetivo de construir una postura oficial ante la normativa y proponer recomendaciones para su reglamentación. Asimismo, se están elaborando informes técnicos para informar a los cooperantes internacionales sobre el nuevo contexto legal y evaluar la viabilidad de continuar con los proyectos en marcha.

La comunidad académica espera que, en los días venideros, las autoridades pertinentes ofrezcan directrices precisas a fin de que las instituciones educativas, como la UES, puedan acatar las regulaciones sin comprometer la preciada colaboración internacional que ha sido, durante años, un factor crucial para la educación superior en el país.

Por Otilia Adame Luevano

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